Las consecuencias del “laissez faire” (dejar hacer) a los mercados financieros por parte de las instituciones financieras globales como la BCE, la Reserva Federal o el FMI, nos han llevado al actual escenario de crisis que nos acompaña desde el año 2008. Aquellas pocas manzanas podridas, lejos de separarse de las economías desarrolladas, han extendido su podredumbre.