El sector del automóvil es un laboratorio para el desarrollo y la aplicación de innovaciones tecnológicas y nuevas formas de organización del trabajo. Según Ríquez, estas innovaciones técnico-organizacionales suponen mecanismos para incrementar la producción, pero también actúan como dispositivos de control social.

Esto se traduce en un debilitamiento del poder de negociación sindical a nivel nacional porque se relocaliza, segmenta y desactiva el conflicto, y como resultado se conforman nuevos modelos de producción que redimensionan la capacidad de las plantillas para que puedan defender sus intereses como clase frente al empresariado.

Este mes abordamos en ‘La Brecha’ el conflicto y el sindicalismo en las cadenas de la industria automotriz con un análisis realizado por Mario Ríquez.


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