Hablar de feminización de la pobreza nos lleva a hablar de diferencias entre mujeres. En términos de ingresos, estas diferencias son mayores que entre los hombres y están aumentando a una velocidad espectacular. De esta heterogeneidad del colectivo femenino se desprende una conclusión política fundamental. Hemos de cuestionar los intentos de igualar a mujeres y hombres mediante la integración de ellas en una estructura en sí jerárquica como son los mercados. En un contexto donde el empleo se precariza, intentar que las mujeres se inserten en la estructura laboral, sin cambiarla, esun objetivo imposible de lograr, para todo el colectivo femenino y para toda la sociedad. Pero,además, es una vía errónea porque refuerza las estructuras en sí discriminatorias; empeora la situación de los grupos de mujeres menos favorecidos; y refuerza un sistema basado en la acumulación de capitales que no tiene en cuenta la satisfacción de necesidades humanas, causa última de la pobreza.