La solidaridad, cuando interviene en las relaciones económicas, se convierte en fuerza productiva y en un factor económico, que permite que la unión de voluntades tras objetivos económicos influya en el desarrollo de la productividad y eficiencia de las operaciones. Así, la solidaridad genera una energía social cuya aplicación en la actividad económica, junto a otros factores, desarrolla eficiencia y productividad.
Esta energía, conocida como Factor C, está presente en los procesos de actuación cooperativa y solidaria de las experiencias económicas que incorporan la dimensión social en su actuación1. Podemos decir que la economía solidaria es la Economía del Compartir, compartir el trabajo y los frutos que esta genera.